viernes, 4 de mayo de 2007

Productos Parciales

  1. Mapa conceptual del Aparato Digestivo:



2. Mapa semantico del intestino delagado:





3. Mapa de Ishicagua de las enfermedades y las causas del aparato digestivo:



viernes, 27 de abril de 2007

¿Por qué es importante la digestión?

Cuando comemos alimentos como pan, carne y verduras, estos no están en una forma que el cuerpo pueda aprovechar para nutrirse. Los alimentos y bebidas que consumimos deben transformarse en moléculas más pequeñas de nutrientes antes de ser absorbidos hacia la sangre y transportados a las células de todo el cuerpo. La digestión es el proceso mediante el cual los alimentos y bebidas se descomponen en sus partes más pequeñas para que el cuerpo pueda usarlos como fuente de energía, y para formar y alimentar las células.






¿Cómo se digieren los alimentos?

La digestión comprende la mezcla de los alimentos, su paso a través del tracto digestivo y la descomposición química de las moléculas grandes en moléculas más pequeñas. Comienza en la boca, cuando masticamos y comemos, y termina en el intestino delgado. El proceso químico varía un poco dependiendo de la clase de alimento.


http://www.supersaber.com/digestivo.htm (Proceso del Aparato Digestivo)





Paso de los alimentos a través del aparato digestivo:




Los órganos grandes y huecos del aparato digestivo poseen músculos que permiten que sus paredes se muevan. El movimiento de estas paredes puede impulsar los alimentos y los líquidos, y mezclar el contenido de cada órgano. El movimiento típico del esófago, el estómago y los intestinos se llama peristaltismo. La acción del peristaltismo se parece a la de una ola del mar moviéndose por el músculo. Comenzando desde la parte superior y moviéndose lentamente hacia la parte inferior del órgano, el músculo comienza a contraerse y relajarse. Estas ondas alternadas de contracciones y relajaciones empujan la comida y los líquidos a través de cada órgano.

El primer movimiento muscular importante ocurre cuando ingerimos alimentos o líquidos. Aunque esta parte del proceso es voluntaria, en cuanto empieza se vuelve involuntaria y pasa a estar bajo el control de los nervios.




La comida que acabamos de ingerir pasa al siguiente órgano que es el esófago, y que conecta la garganta con el estómago. En la unión del esófago y el estómago hay una válvula en forma de anillo que cierra el paso entre los dos órganos. Sin embargo, a medida que los alimentos se acercan al anillo cerrado, los músculos que lo rodean se relajan y permiten el paso.



Los alimentos entran entonces al estómago, que debe realizar tres tareas mecánicas. Primero, debe almacenar la comida y los líquidos ingeridos. Para ello, el músculo de la parte superior del estómago debe relajarse y aceptar volúmenes grandes de material ingerido. La segunda tarea es mezclar los alimentos, los líquidos y el jugo digestivo producido por el estómago. La acción muscular de la parte inferior del estómago se encarga de esto. La tercera tarea del estómago es vaciar su contenido lentamente en el intestino delgado.




Esto último recibe la influencia de varios factores, como la naturaleza de los alimentos (especialmente su contenido de grasas y proteínas) y el grado de actividad muscular del estómago y del intestino delgado. A medida que los alimentos se digieren en el intestino delgado y se disuelven en los jugos del páncreas, el hígado y el intestino, el contenido intestinal se va mezclando y avanzando para facilitar la digestión adicional.



Finalmente, todos los nutrientes digeridos se absorben a través de las paredes intestinales. Los productos de desecho de este proceso comprenden partes no digeridas de los alimentos, conocidas como fibra, y células viejas que se han desprendido de la mucosa. Estos materiales son impulsados hacia el colon, en el cual permanecen generalmente durante uno o dos días, hasta cuando se expulsa la materia fecal durante la deposición.






La producción de los jugos digestivos



Las glándulas del sistema digestivo son de primordial importancia en el proceso de la digestión, porque producen tanto los jugos que descomponen los alimentos como las hormonas que controlan el proceso.
Las que actúan primero son las glándulas salivares de la boca. La saliva que producen contiene una enzima que comienza a digerir el almidón de los alimentos y lo transforma en moléculas más pequeñas.



El siguiente grupo de glándulas digestivas está en la membrana que tapiza el estómago. Estas producen ácido y una enzima que digiere las proteínas. Uno de los misterios del sistema digestivo es la razón de por qué el jugo ácido del estómago no disuelve el propio tejido estomacal. En la mayoría de las personas, la mucosa estomacal puede resistir el jugo, a diferencia de los alimentos y de otros tejidos del cuerpo.



Después de que el estómago vierte los alimentos y su jugo en el intestino delgado, los jugos de otros dos órganos se mezclan con ellos para continuar el proceso. Uno de esos órganos es el páncreas, cuyo jugo contiene un gran número de enzimas que descomponen los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas de los alimentos. Otras enzimas que participan en el proceso provienen de glándulas de la pared intestinal o forman parte de ella.



El hígado produce la bilis, otro jugo digestivo, que se almacena en la vesícula biliar. Cuando comemos, la bilis sale de la vesícula por las vías biliares al intestino y se mezcla con las grasas de los alimentos. Los ácidos biliares disuelven las grasas en el contenido acuoso del intestino, como los detergentes disuelven la grasa de una sartén. Después de que las grasas se disuelven, las enzimas del páncreas y de la mucosa intestinal las digieren.






Absorción y transporte de los nutrientes



Las moléculas digeridas de los alimentos, y el agua y minerales provenientes de la dieta se absorben en la parte superior del intestino delgado. Los materiales absorbidos atraviesan la mucosa y pasan a la sangre, que los distribuye a otras partes del cuerpo para almacenarlos o para que pasen por otras modificaciones químicas. Como dijimos antes, esta parte del proceso varía dependiendo de los diferentes tipos de nutrientes.



Hidratos de carbono. Un adulto estadounidense promedio consume cerca de media libra de hidratos de carbono al día. Algunas de nuestras comidas más corrientes, como el pan, las papas, los pasteles, los dulces, el arroz, los espaguetis, las frutas y las verduras, contienen principalmente hidratos de carbono. Muchas de ellas contienen al mismo tiempo almidón, que es digerible, y fibra, que no lo es.



Los hidratos de carbono digeribles se descomponen en moléculas más sencillas por la acción de las enzimas de la saliva, del jugo pancreático y de la mucosa intestinal. El almidón se digiere en dos etapas: primero, una enzima de la saliva y del jugo pancreático lo descompone en moléculas de maltosa; luego, la maltasa, una enzima de la mucosa del intestino delgado, divide la maltosa en moléculas de glucosa que pueden absorberse en la sangre. La glucosa va por el torrente sanguíneo al hígado, en donde se almacena o se utiliza como fuente de energía para las funciones del cuerpo.



El azúcar común es otro hidrato de carbono que se debe digerir para que sea útil. Una enzima de la mucosa del intestino delgado digiere el azúcar común y lo convierte en glucosa y fructosa, cada una de las cuales puede absorberse en el intestino y pasar a la sangre. La leche contiene lactosa, otro tipo de azúcar que se transforma en moléculas fáciles de absorber mediante la acción de una enzima llamada lactasa, que se encuentra en la mucosa intestinal.







  • Proteínas. Los alimentos como carne, huevos y frijoles están formados por moléculas enormes de proteínas que deben ser digeridas por enzimas antes de que se puedan utilizar para fabricar y reparar los tejidos del cuerpo. Una enzima del jugo gástrico comienza la digestión de las proteínas que comemos. El proceso termina en el intestino delgado. Allí, varias enzimas del jugo pancreático y de la mucosa intestinal descomponen las enormes moléculas en unas mucho más pequeñas, llamadas aminoácidos. Estos pueden absorberse en el intestino delgado y pasar a la sangre, que los lleva a todas partes del cuerpo para fabricar las paredes celulares y otros componentes de las células.

  • Grasas. Las moléculas de grasas son una importante fuente de energía para el cuerpo. El primer paso en la digestión de una grasa como la mantequilla es disolverla en el contenido acuoso del intestino. Los ácidos biliares producidos por el hígado actúan como detergentes naturales que disuelven las grasas en agua y permiten que las enzimas descompongan sus grandes moléculas en moléculas más pequeñas, algunas de las cuales son los ácidos grasos y el colesterol. Los ácidos biliares se unen a los ácidos grasos y al colesterol y les ayudan a pasar al interior de las células de la mucosa. En ellas, las moléculas pequeñas vuelven a formar moléculas grandes, la mayoría de las cuales pasan a los vasos linfáticos cercanos al intestino. Estos vasos llevan las grasas modificadas a las venas del tórax y la sangre las transporta hacia los lugares de depósito en distintas partes del cuerpo.
  • Vitaminas. Otros integrantes fundamentales de nuestra comida que se absorben en el intestino delgado, son las vitaminas. Estas sustancias químicas se agrupan en dos clases, según el líquido en el que se disuelven: hidrosolubles (todas las vitaminas del complejo B y la vitamina C) y liposolubles (las vitaminas A, D y K).

  • Agua y sal. La mayoría del material que se absorbe del intestino delgado es agua, en la que hay sal disuelta. El agua y la sal vienen de los alimentos y líquidos que consumimos y de los jugos que las glándulas digestivas secretan. En el intestino de un adulto sano se absorbe más de un galón de agua con más de una onza de sal cada 24 horas.





¿Cómo se regula la digestión?



Reguladores hormonales

Una característica fascinante del aparato digestivo es que contiene sus propios reguladores. Las principales hormonas que controlan las funciones del aparato digestivo se producen y liberan a partir de células de la mucosa del estómago y del intestino delgado. Estas hormonas pasan a la sangre que riega el aparato digestivo, van hasta el corazón, circulan por las arterias y regresan al aparato digestivo, en donde estimulan la producción de los jugos digestivos y provocan el movimiento de los órganos.


Las hormonas que controlan la digestión son la gastrina, la secretina y la colecistocinina.
La gastrina hace que el estómago produzca un ácido que disuelve y digiere algunos alimentos. Es necesaria también para el crecimiento normal de la mucosa del estómago, el intestino delgado y el colon.

La secretina hace que el páncreas secrete un jugo digestivo rico en bicarbonato. Estimula al estómago para que produzca pepsina, una enzima que digiere las proteínas, y al hígado para que produzca bilis.
La colecistocinina hace que el páncreas crezca y produzca las enzimas del jugo pancreático, y hace que la vesícula biliar se vacíe.



Reguladores nerviosos

Dos clases de nervios ayudan a controlar el trabajo del aparato digestivo. Los nervios extrínsecos (de afuera) llegan a los órganos digestivos desde el cerebro o desde la médula espinal y provocan la liberación de dos sustancias químicas: la acetilcolina y la adrenalina. La acetilcolina hace que los músculos de los órganos digestivos se contraigan con más fuerza y empujen mejor los alimentos y líquidos a través del tracto digestivo. También hace que el estómago y el páncreas produzcan más jugos. La adrenalina relaja el músculo del estómago y de los intestinos y disminuye el flujo de sangre que llega a estos órganos.

Los nervios intrínsecos (de adentro), que forman una red densa incrustada en las paredes del esófago, el estómago, el intestino delgado y el colon, son aún más importantes. La acción de estos nervios se desencadena cuando las paredes de los órganos huecos se estiran con la presencia de los alimentos. Liberan muchas sustancias diferentes que aceleran o retrasan el movimiento de los alimentos y la producción de jugos en los órganos digestivos.


Posibles trastornos del aparato digestivo

Casi todas las personas tienen un problema digestivo en algún momento de su vida. Algunos trastornos, como la indigestión o la diarrea leve, son comunes; resultan en malestar leve y mejoran por sí mismas o son fáciles de tratar. Otros, como la enfermedad intestinal inflamatoria, pueden durar mucho tiempo o ser muy problemáticas. El gastroenterólogo es el médico que se especializa en el aparato digestivo.

Trastornos que afectan al esófago

Los trastornos que afectan el esófago pueden ser congénitos (lo que significa que una persona nace con ellas) o adquiridos o no congénitos (lo que significa que una persona puede desarrollarlos después de nacer). Algunos ejemplos incluyen:

  • La fístula traqueo-esofágica y atresia esofágica son ejemplos de enfermedades congénitas. La fístula traqueo-esofágica es una conexión entre el esófago y la tráquea, que en realidad no tendría que existir. En los bebés con atresia esofágica, el esófago llega a un punto muerto, en vez de conectarse con el estómago. Ambas enfermedades suelen ser detectadas poco después del nacimiento del bebé, a veces incluso antes. Para repararlas es necesario recurrir a la cirugía.

  • La esofagitis, o inflamación del esófago, es un ejemplo de un trastorno no congénito. La esofagitis puede ser provocada por una infección o ciertos medicamentos. También puede ser provocada por el reflujo gastroesofágico, un trastorno en el que el esfínter esofágico (el tubo del músculo que conecta al esófago con el estómago) permite que el contenido ácido del estómago retroceda y vuelva al esófago. El reflujo gastroesofágico puede ser corregido mediante cambios en el estilo de vida, por ejemplo, modificando los tipos de alimentos que ingiere una persona. A veces, sin embargo, requiere tratamiento con medicamentos.

Trastornos que afectan al estómago y los intestinos


Casi todos hemos tenido diarrea o padecido estreñimiento en algún momento. Con la diarrea, las contracciones musculares desplazan el contenido de los intestinos con demasiada rapidez y no hay tiempo suficiente para que el agua se absorba antes de que las heces sean eliminadas del organismo. El estreñimiento es lo contrario: El contenido del intestino grueso no se desplaza lo suficientemente rápido y los materiales de deshecho permanecen en el intestino grueso durante tanto tiempo que se elimina demasiada agua y las heces se endurecen.



Algunos otros ejemplos de trastornos comunes de estómago e intestinos, son:





  • Las infecciones gastrointestinales pueden ser causadas por virus, por bacterias (como Salmonella, Shigella, Campylobacter o E. coli) o por parásitos intestinales como la amebiasis y la giardiasis. Los síntomas comunes de las infecciones gastrointestinales son dolor o cólicos abdominales, diarrea y, a veces, vómitos. Estos trastornos suelen desaparecer por sí mismos sin la necesidad de medicamentos u otro tratamiento.





  • La apendicitis es una inflamación del apéndice, la bolsa en forma de dedo que se extiende desde el ciego, ubicada en la parte inferior derecha del abdomen. Los síntomas clásicos de apendicitis son dolor abdominal, fiebre, pérdida de apetito y vómitos. Las personas afectadas con mayor frecuencia por la apendicitis son los niños y adolescentes entre los 11 y 20 años. La apendicitis requiere cirugía para su corrección.





  • Gastritis y úlceras pépticas. En condiciones normales, el estómago y el duodeno son extremadamente resistentes a la irritación por los potentes ácidos producidos en el estómago. A veces, sin embargo, una bacteria denominada Helicobacter pylori, o el uso crónico de algunos medicamentos debilitan el revestimiento mucoso protector del estómago y del duodeno, permitiendo que el ácido pase al revestimiento sensible que se encuentra debajo. Esto puede irritar e inflamar el revestimiento del estómago (un trastorno conocido como gastritis) o provocar úlceras pépticas, que son llagas o perforaciones que se forman en el revestimiento del estómago o el duodeno y provocan dolor o hemorragia. La terapia médica suele ser exitosa en el tratamiento de estos trastornos.





  • La enfermedad intestinal inflamatoria es la inflamación crónica de los intestinos que afecta a niños más grandes, adolescentes y adultos. Hay dos tipos principales: colitis ulcerosa, que por lo general afecta al recto y el intestino grueso y la enfermedad de Crohn, que puede afectar a todo el tracto gastrointestinal, desde la boca al ano, así como otras partes del organismo. Se las trata con medicamentos y, si es necesario, alimentación intravenosa (IV) para proporcionar nutrición. En algunos casos, la cirugía puede ser necesaria para extirpar secciones del intestino inflamadas o dañadas.



Trastornos del páncreas, hígado y vesícula biliar




Los trastornos que afectan al páncreas, hígado y vesícula biliar, suelen afectar la capacidad de estos órganos para producir enzimas y otras sustancias que ayudan a la digestión. Algunos ejemplos son:



La fibrosis quística es una enfermedad crónica, hereditaria, en la que la producción de moco anormalmente espeso bloquea los conductos o pasajes en el páncreas e impide que sus jugos digestivos ingresen a los intestinos, dificultando para una persona con esta enfermedad, la digestión correcta de proteínas y grasas. Esto hace que nutrientes importantes salgan del organismo sin ser aprovechados. Para ayudar a manejar estos problemas digestivos, las personas con fibrosis quística pueden tomar enzimas digestivas y suplementos nutricionales.






  • La hepatitis es una infección viral en la que el hígado de una persona se inflama y puede perder su capacidad funcional. Algunos tipos de hepatitis viral son muy contagiosos. Los casos leves de hepatitis A pueden ser tratados en el hogar; sin embargo, los casos graves que incluyan daño al hígado podrían requerir hospitalización.





  • La vesícula biliar puede desarrollar cálculos e inflamarse, una enfermedad denominada colecistitis. Si bien los trastornos de la vesícula biliar son poco frecuentes en niños y adolescentes, pueden ocurrir cuando el niño o adolescente tiene anemia de células falciformes (o anemia drepanocítica) o en niños que están siendo tratados con ciertos medicamentos durante períodos prolongados.


Las clases y cantidades de alimentos que una persona come y la manera en que el aparato digestivo procesa dichos alimentos juegan roles fundamentales en el mantenimiento de la buena salud. La ingestión de una dieta sana es la mejor manera de prevenir los trastornos digestivos más comunes.